Primeros movimientos

La búsqueda del ágora

Con la convulsión tecnológica y social del último tercio del siglo XIX, y a la zaga de nombres como Charles Babbage, Ada Lovelace, Michael Faraday, Sophie Germain o Carl Friedrich Gauss, una oleada de científicos comienza a tomar conciencia del control que tratan de ejercer los privilegiados sobre los nuevos avances culturales. Así, del trabajo de personalidades como Max Planck, Nikola Tesla, Marie Curie, Thomas Alva Edison o John Ambrose Fleming nace el Centro de Investigación Científica Sigma, que desarrolla su trabajo de manera paralela a doctrinas espiritualistas como la Antroposofía, la Ariosofía o Thelema, producto de sociedades secretas como la Sociedad Teosófica, Orden Hermética de la Aurora Dorada, la Ordo Templi Orientis, etc. Prevalece, en principio, un espíritu fraternal y solidario, cargado de buenas intenciones.

Desde este enfoque se produce el primer intento de aunar los conocimientos y las investigaciones de estos científicos y eruditos en un centro de reunión donde converjan todos los caminos de la sabiduría y se encuentren todas las verdades.

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